sobre la inteligencia suelen mantenerse dos posturas:
la de los que piensan que es algo con lo que se nace, que se tiene o no se tiene...
y la de los que creen que la inteligencia es algo dinámico que se desarrolla o se atrofia.
desde luego, la primera es mayoritaria, creo yo que por dos razones. porque exime a los que no se ven muy listos de esforzarse, y los que sí se ven pueden mantener la fantasía de que, siendo innato, los hace especiales, como pertenecientes a una estirpe superior. o algo así.
como con la inteligencia pasa con el talento, suele considerarse que el que no es un genio de niño no tiene posibilidades de llegar a serlo. desde luego la vida está llena de ejemplos contrarios pero la opinión prevalece.
una característica de los genios precoces es que no suelen mantener una actitud de esfuerzo, que les parece inútil, y desaprovechan excesivamente las oportunidades de aprender. cuando fracasan, echan la culpa al empedrado. o hacen trampas.
los que defienden la opción de que la inteligencia se cultiva y desarrolla, si bien son menos, son muy tenaces y están muy contentos. por razones obvias.
un signo acentuado de nuestros tiempos es la creencia de que el éxito lo proporciona un tipo o grupo de tipos estrella, cracks. el hecho de que una vez tras otra quede demostrada la falsedad del aserto no le resta un pico de seguidores.
pasa en empresas, donde se paga desorbitadas cantidades de dinero a un puñado de ejecutivos de alto cociente intelectual para que la lleven a la cima. cuando ven que la cosa no funciona, suelen reaccionar subiéndoles aún más el sueldo. una vez que este grupo de multimillonarios ha arruinado definitivamente a la empresa y a los accionistas, emprende el vuelo.
¿qué les pasa a este puñado de listísimos? entre otras cosas, que no están preparados para el fracaso. si su inteligencia no les basta, no saben qué otra cosa hacer. otra es que cada uno de ellos y su propio éxito interfiere en el éxito común. están convencidos de que son los genios los que hacen grandes a las empresas, aunque se den de bruces una vez tras otra.
el ejemplo del fútbol me viene ahora como la bofetada al tonto (o sea, muy bien):
los dos grandes equipos españoles representan paradigmáticamente a las dos corrientes de lo dicho arriba.
el real madrid debería cambiar de nombre porque está integrado en su mayor parte por estrellas mercenarias que se venden como cualquier mercancía, sin idea de hacer equipo, porque cada una de esas carreras individuales, incluída la del entrenador bull, interfiere con la del equipo como tal. que fracasen una vez tras otra contra su rival preferido, no sólo no les hace reflexionar sino que cada vez pierden más los papeles y siguen huyendo lamentable y peligrosamente hacia delante.
el barça es un ejemplo de la fe en un trabajo continuado de todos sus jugadores. tienen buenos deportistas pero ni una estrella. el que ha sido designado mejor jugador mundial durante dos años seguidos, da la casualidad de que sólo marca goles cuando juega con su equipo. es el equipo, y su entrenador, el que los hace grandes a ellos, no al revés.
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