domingo, 26 de julio de 2015

tu benevolencia

(a mi madre)

te observo, te miro, no pierdo detalle,
me importan tus ojos, tus manos, tu todo.
los que se despegan de mí y tardan tanto en volver
cada vez;
las que se posan, quizá, otra vez en mi carne.

que tu aire es mi aire, aún en torbellinos.
si tú suspiras, vivo,
si tú bostezas, duermo.
te quiero con amor, como ha de ser, cautivo.
te estudio, ineludible, huyendo del infierno
de mi inexistencia.

mi deuda es infinita como lo es el amor
del que no se basta,
por eso sé de ti lo que nadie sabe,
conozco tu interior porque toda mi vida
depende sólo de tu benevolencia.


a su sombra

con un fuerte apretón de manos, firmaron su sentencia de muerte.
de pequeño, apenas un siglo antes, había formado parte de un bosque frondoso,
aunque urbano.
al principio más bosque, después más urbano.
las mismas fuerzas creadoras que levantaban casas hacían caer árboles,
hasta que sólo quedó él, resistiendo la indiferencia que algunos hombres expresaban,
a su sombra, sin pudor.
hasta que un día...
con un fuerte apretón de manos.