lunes, 28 de febrero de 2011

la última novela de paul auster

el sábado por la mañana empecé a leer la última novela de paul auster y la terminé a las once de la noche, ya en la cama. no necesito decir que me gustó porque la rapidez en leerla lo demuestra. sin embargo, si tuviera que defenderla, no tendría muy claro cómo hacerlo. no me parece que las peripecias de los protagonistas sean muy verosímiles ni interesantes. sin embargo, creo que es su profunda humanidad la que me ató a ellos durante las aproximadamente seis horas que me llevó leerla (es bastante corta, menos de trescientas páginas). son personajes que sufren, que se equivocan, que fracasan, que se enfrentan a situaciones sin solución. auster nos lo cuenta con su agilidad habitual. me molesta algún lugar común que se permite, ciertos tópicos indignos de él en mi opinión, pero el resultado fue para mí el que declaré al principio. leí desde las doce hasta las dos tumbada en la hierba aún bastante reseca de mi era, volví a casa a comer con la cabeza llena de los personajes de auster, salimos ayla y yo a dar un largo paseo por el campo que rebajara en algo la creciente orondez de mi perra, lo que ella practicó persiguiendo a un par de corzos, sin posibilidad alguna de conseguirlo, que es bastante meritorio. tres horas después volvimos a casa. leí desde las seis hasta las ocho y media, y me dejé las últimas cuarenta páginas para la cama. a las once apagué la luz y seguí pensando en mis desconocidos amigos del otro lado del charco, en el norte, en nueva york.

domingo, 20 de febrero de 2011

hokusai (1760-1849)

todo lo que he realizado antes de los sesenta años no es digno de ser tomado en consideración. hasta los sesenta y tres años no he comprendido la estructura de la naturaleza verdadera. los árboles, las plantas, los peces, los insectos. consecuentemente, a los ochenta años seguiré progresando. desentrañaré el misterio de las cosas. a los cien habré alcanzado el grado de lo maravilloso, y, cuando cumpla ciento diez años, en mi obra, sea una línea, sea un punto, todo estará vivo.