viernes, 11 de septiembre de 2020

retrato de papá, con mamá al fondo

 soy buena en eso.

como un rayo, me percato de cuándo me quieren quitar algo que me pertenece, es un instinto.

y reconozco que también es molesto, para mí y para los otros, porque lo que a veces me quieren quitar no tiene la menor importancia pero a mí se me agita la amígdala y me revuelvo toda.

y ahora me he dado cuenta de que me quieren quitar la maternidad, a mí y a todas las mujeres del mundo.

empecé a darme cuenta hace años pero lo comenté con un par de personas y cuál no sería su reacción que lo dejé pasar. estoy harta de que me miren raro.

en fin, lo intento explicar.

el mundo es patriarcal desde hace unos miles de años, lo que es tanto como decir que casi todo lo que pensamos pasa por el filtro de lo patriarcal.

y lo patriarcal se define por valorar lo masculino y despreciar lo femenino, y esto vale para todo el mundo, es decir, para hombres y para mujeres.

en esto consiste lo patriarcal.

las cualidades y características que han pertenecido de forma natural a las mujeres han ido siendo tan minusvaloradas, ridiculizadas, mal pagadas, y las pertenecientes a los hombres tan imitadas, tan reforzadas y tan premiadas que todo el mundo ha terminado por pensar de esa manera.

sin embargo,

el reino del varón se le ha hecho pequeño al varón, y ahora quiere el de las mujeres.

¿cómo puede ser que los varones quieran los mezquinos espacios a que se nos ha relegado a las mujeres?

en primer lugar, yo diría que, como vegetamos en el estúpido mundo que los varones han fabricado, lo cual, teniendo en cuenta la limitación de sus posibilidades, era esperable, 

en este estúpido mundo en que, como digo, vegetamos, y siendo ya 9000 millones y subiendo, hay tíos para todo.

y cada vez que los varones entran en una de las escasas parcelas que las mujeres teníamos en exclusiva, casi siempre debido a lo penoso de la actividad, se obra el milagro.

la actividad en cuestión deja de ser una tarea inferior y se convierte, y en primerísimo lugar, en algo muy pagado.

de hecho, muy bien pagado.

ha ocurrido con la peluquería, con la cocina, con la costura...

y va a ocurrir con los niños.

y ahora me pongo muy seria.

no sé si alguien más que yo se habrá dado cuenta pero los tíos van a por los niños, a por la maternidad.

la publicidad, que es la más inicua de todas las disciplinas imbéciles, lo muestra a la perfección.

los publicistas son gente lista, amoral y práctica. y les gusta mucho la pasta, bueno, esto debe de ser más generalizado de lo que yo creo.

y los publicistas se han dado cuenta de que un tío sosteniendo en brazos a un bebé, empujando un carrito, conduciéndolo de la mano al cole, vende una barbaridad.

la publicidad se resbala pocas veces, suele acertar, es buena leyendo las motivaciones humanas, el flujo de las emociones de las personas, los impulsos que llegan, como mucho, al cerebro mamífero, al cerebro humano ni se acercan, pero ni falta que les hace porque resulta que los humanos somos animales sin razón en un 95% de nuestra persona.

la razón nos suele servir para entrar en contradicción con nosotros mismos, y un poco para hacer avanzar la sociedad, sólo esos días en que estamos sembrados, pero bueno, algo va siendo.

las mujeres, a nuestra vez, parece ser que no nos estamos dando ni cuenta.

la posición de las mujeres suele oscilan entre opinar que las tareas de las mujeres, todas las tareas, deben ser compartidas (ellas dirían que sufridas) por los varones, por lo que se sienten bien concediéndoles unas cuantas semanas de permiso a ELLOS, después de que ELLAS han parido. 

naturalmente, estas mujeres que se consideran feministas de la igualdad, no suelen creer en la biología, así, como la que no cree en el horóscopo, o como aquellos antiguos que no creían en la redondez de la tierra.

ellas sólo creen en que las mujeres parimos, y hacemos un montón de cosas más sólo por deseo expreso de los varones.

para ellas no significa nada la ciencia que nos ha enseñado que la función y el órgano se retroalimentan, que una crea al otro y que éste optimiza la función, en un baile inacabable de adaptabilidad.

así es que, felices de estarse librando del odioso mandato cultural de la maternidad, obedecen el mandato de la modernidad que les prohibe sentir como mujeres, pensar como mujeres, o amar como mujeres. aunque, paradójicamente y de manera pasmosa, no les impide tener la regla. oh!

pues esas mujeres están de enhorabuena, porque están perdiendo a marchas forzadas la capacidad de ser madres.

jubilosas, aplauden las películas que muestran la maternidad y sus aledaños como una tortura, como una insoportable malformación física, y como una esclavitud hormonal, sin percatarse de la manipulación de que están siendo objeto.

ellas están de enhorabuena pero las demás, no.

las demás no pensamos que ser mujer sea igual que ser hombre.

la naturaleza no juega a los dados, y no queremos que cuiden a nuestros bebés otras madres que nosotras, sus madres.

y queremos que esta actividad que es la más importante del mundo esté reconocida, pagada, privilegiada y respetada.

eso pensamos las otras.

con el patriarcado no se juega, y si dejas vacío un espacio, un espacio que las mujeres hemos llenado de forma natural desde el principio de la especie, y que no tenemos por qué soportar que sea cruel o doloroso, porque precisamente ahora no tiene por qué serlo, si lo dejamos vacante en un momento en que hay herramientas para que sea agradable, remunerado, considerado, lo ocuparán los hombres.

y no podremos pararlo.

ya está pasando.

El papá que cuida al bebé no "ayuda", ejerce la paternidad