no sé si le atribuye a woody allen o a groucho marx o a algún otro, la anécdota de que estando un día junto a una señora apetitosa, surgió en la conversación la pregunta de si ella se acostaría con un hombre por un millón de dólares, a lo que ella respondió que sí.
animado, el pretendiente le ofreció diez dólares por lo mismo y ella, indignada, respondió que por quién la había tomado. el hombre le respondió que por lo que la había tomado estaba claro y que ahora estaban simplemente discutiendo el precio.
durante décadas hemos estado aceptando la desigualdad y la injusticia como modo de relación social, nos hemos ido conformando de buena gana con las migajas que el capitalismo decidía que nos merecíamos, hemos dado por buenas todas las transacciones y operaciones que han planteado, y hemos aplaudido la explotación de muchos otros pueblos y seres humanos porque nos hacían creer que esas infamias nos beneficiaban.
ahora han decidido que no les da la gana de darnos más, y si les preguntamos qué se han creído que somos, nos dirán con buen criterio que lo que somos quedó claro hace mucho. ahora están, simplemente, discutiéndonos el precio.