se adivina un aliento como una interjección
suspirando en tus brazos, emboto los sentidos.
baten
fuertes las alas los genios escondidos,
vuelan
pronto y sin rumbo las muertas de algodón.
brotan
verdes los años de miradas precisas,
consumiendo
cansancio de corazón latido
sin
ritmo, sin sorpasso, sin giros escondidos,
apenas me protege la ligera camisa.
el
monstruo ha despertado, nunca murió de veras.
lo
alimentaste tanto que lo alumbraste pronto,
y, tan pronto emergió, borró la luz primera.
lo
alumbraste pronto y alimentaste tanto,
y
tan pronto pasó, olvidando que no era
mas
que martillo y hacha, vistiéndose de espanto.
muriendo
en primavera.
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