domingo, 17 de junio de 2012

cínicos ad nauseam

yo debo de ser marciana porque a mí cómo sea la mujer del césar me importa menos que las opiniones de... la obregón sobre... sobre cualquier cosa.

flipo en colorines (como soy mayor no lo flipo, modestamente flipo) cada vez que algún tonto con micrófono dice lo de que la mujer del césar no sólo tiene que ser honrada sino parecerlo. sobre cualquier cosa.
ehh... ¿perdona?(esto con acento pijo).

¿por qué razón no basta con que alguien sea honrado?
¿por qué está uno obligado a parecerlo?
¿a qué estúpida y vana deidad hay que sacrificar lo auténtico de uno mismo?
¿por qué va a ser obligada una determinada apariencia?
y, sobre todo,
¿es que no saben los que lo van repitiendo de qué ilustrativa anécdota se ha sacado la frase?

resulta que el muy mitificado julio césar tenía entre ceja y ceja hacerse con el poder omnímodo a la mayor brevedad, por lo cual no se paraba en barras el buen hombre a la hora de cometer canalladas, siempre que éstas lo acercaran a la púrpura. pues bien, queridos amiguitos, resultó que si se casaba con una señora llamada calpurnia, hija de calpurnio, (en aquellos tiempos, en roma, las mujeres no tenían ni nombre de propio, ni de pila ni de gens, pero hay que admirar esa civilización, no se hable más), el gobierno del triunvirato estaba hecho. claro que el pequeño detalle de que ya se había casado antes, cosa que a cualquiera de nosotros nos habría dejado, por lo menos, parados un momentín, a nuestro héroe, no. 

urdió una treta que no engañó a nadie medio listo pero sí a muchos tontos, tantos que a día de hoy siguen apareciendo. 
aprovechando que su señora, pompeya, tenía un admirador, lo instó a ponerse en evidencia y dejar en duda la fidelidad de ella. ante el escándalo, césar reaccionó a su manera. declaró que no creía una palabra sobre que pompeya le hubiera sido infiel (¡hasta ahí podía llegar la broma!, encima de que se lo había inventado él...), pero, al mismo tiempo la repudió.
horrorizados los familiares por semejante arbitrariedad, le preguntaron. y fue entonces cuando, sin movérsele un pelo de la ropa, soltó que la mujer de césar no sólo tiene que ser honrada sino parecerlo. 

y hasta hoy.

bien, pues yo declaro que el que debe ser honrado es el propio césar. si, además, lo parece, bien. si no... pues no. pero que lo sea. que lo sean todos los tontos que repiten esa frase cínica ad nauseam.

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