martes, 30 de enero de 2018

el hombre más valiente

el instante más oscuro debería haberse titulado el hombre más valiente, ya que de esto va la peli.
su director, joe wright, se inventa casi todo lo demás. 
churchill era el prototipo de aristócrata colonialista, rebelde e independiente que no reconoce más voluntad que la suya, que cree inspirada por dios.
un trueno de hombre cuya única manifestación democrática consistió en ser detestado por todo el mundo en general, sin distinción de clases. 

se opuso al sufragio femenino, apoyó a mussolini por meter en cintura a los obreros y odiaba a los rusos por comunistas y por rusos sin más.

pero valiente lo había siempre. 

de hecho se pasó toda su juventud buscando gresca, en fin, como buscan gresca los nietos de los duquede malborough, en india, en sudan e incluso cayendo prisionero de los bóeres.

como consecuencia, estaba indudablemente dotado para el conflicto, y como lo llevaba practicando toda su vida, era imbatible en eso.

la película quizá debería haber hecho énfasis en su habilidad para conocer a los hombres y el incontestable arrojo de su carácter. Era el hombre que gran bretaña necesitaba para tiempos de hitler y gran bretaña era la pasión que churchill necesitaba para expresarse en toda su grandeza. 

fue el hombre que hizo los discursos emocionales necesarios, capaces de imponerse a la  realidad. y eso es una hazaña.

la peli  de joe wright es una versión dulcificada hasta casi el ridículo del premier británico y supongo que eso debe considerarse un fracaso si lo que se pretendía era hacerle una biografía fiel. 

sin embargo, si la pretensión era la de mostrar que un ser humano puede ser abyecto en muchas cosas e imprescindible en otras, pues deberíamos decir que acertó.

nadie vale para todo, ni churchill, pese a sí mismo. 
una vez acabada la guerra y habiendo triunfado, aún se presentó a las elecciones de 1945 pero no fue elegido. 

sirvió para lo que seguramente no hubiera servido otro. 
sólo eso.
y nada menos que eso.

domingo, 21 de enero de 2018

assange y los papeles del pentágono


hay varios ángulos desde los que mirar esta película. ya sé que no son los papeles sino los archivos del pentágono pero a mí me gusta más los papeles. cosas mías.
cuenta la peripecia del diario washington post, cuando la administración Nixon intenta seguir manteniendo ante la opinión pública norteamericana la ficción de que van a ganar la guerra en Vietnam, y el dilema que se les plantea a los responsables del diario entre seguir abiertos o irse a buscar trabajo a otra parte o incluso a la cárcel, y a la propietaria del diario entre esto último o continuar siendo un florero que recibe en casa a los poderosos del país.
ella y su director ejecutivo deciden jugársela por la libertad de prensa, a la que aluden como Primera Enmienda. les sale bien y todos son felices.
la película es muy satisfactoria desde el punto de vista de una militante pero un poco plomo desde el de una cinéfila. es un panfleto que no ahorra explicaciones, dirigidas, supongo yo, al pueblo norteamericano y al embeleso que parte de él sufre con respecto a Trump.
la narración es completamente previsible, spielberg no está preocupado por hacer una buena película sino por explicar una posición política. 
elige de manera oportuna y algo oportunista como protagonista a la propietaria del diario, una tal katherine graham, típica mujer rica de su época, florero a su pesar, que cuando se le da la oportunidad la aprovecha para demostrar lo mucho que el mundo se ha perdido postergando en los asuntos públicos a las mujeres desde hace 4000 años.
siempre que un rico se manifiesta sensible a la justicia me hago la misma pregunta, ¿por qué ahora? ¿por qué no han apoyado a assange, snowden, manning etc?
¿por qué las filtraciones del tal Dan en la peli son heroicas y las de los mencionados merecen  un terrible castigo con el silencio de spielberg y demás?
esta incoherencia es la que impide que mucha gente confíe en ellos. 
yo misma.

lunes, 15 de enero de 2018

tres anuncios o una madre como sujeto político

ayer vi la muy anunciada película tres anuncios a las afueras, de martin mcdonagh. ante todo, debo decir que me encantó. y observad, lectores avezados, que empleo el verbo encantar porque no puedo asegurar que sea buena pero sí apasionante. al menos, para mí. os cuento.

una mujer tosca, grosera, dura como un canto, pasea su difícil existencia por uno de esos pueblos o pequeñas ciudades que aparecen en todas las pelis de lo que yo llamo cine triste norteamericano, un subgénero estupendo que viene a ser en estos tiempos lo que fue el cine negro de los 50, una especie de salida, tipo respiradero, de la verdad que surgía del putrefacto american way of life. a lo que iba.

una familia formada por una madre desilusionada de la vida, una hija embrutecida antes de cumplir los 20 y un hijo adolescente que se ha rendido antes de presentar batalla por su futuro. lo que los yanquis llamarían una fucking familiy de fucking loosers.

esta mujer pierde a su hija de la peor de las maneras, y mientras se ve obligada a observar cómo ni su hija, ni ella, ni el chico, ni ninguno de los desgraciados habitantes de esa ciudad les importan una mierda a los responsables políticos, decide que no va a someterse. esta vez no va a someterse ni a seguir las reglas del juego que nunca les favorecen a ellos.  va a ir a por todas. 

esa mujer decide utilizar su rabia y su más que justificada ira y dirigirlas hacia los que tienen que dar la cara. de sobra sabe ella que esos policías paletos no son los verdaderos culpables de que el asesinato de su hija siga impune, pero le da igual. ella los empuja con la esperanza de que ellos a su vez empujen a otros y quizá de tanto empujón algo termine cambiando.

esa es la lección de alta política que nos brinda la película que la maravillosa frances mcdormand protagoniza. esa mujer, madre por más señas, y no es casualidad que sea una madre porque la peli no quiere dejar ese cabo suelto, no quiere que ningún espectador dude ni por un momento de que su dolor es insoportable, y que por lo tanto, no hay ningún argumento realmente contundente para que sea aceptable que se resigne a no recibir justicia. 

esa mujer, decía, que no pide perdón por mostrarse verbalmente cruel con un enfermo de cáncer, o que no se muerde la lengua al responder a las ñoñerías con que el poder ha inundado nuestros corazones, vaciándolos al tiempo de coraje y de sentimientos verdaderos. y lo más elemental que usa la violencia si es preciso.

no, no pide perdón sino que ataca y hunde sus fauces en las entrañas de todo aquel que se atreve a pronunciar palabrería de supuesto consuelo, cuando lo único que pretenden es desactivarla como sujeto político que es en lo que se ha convertido.

en cuanto a lo puramente cinematográfico, tiene muchos problemas, el guión termina abruptamente, no recoge siembras desperdigadas a lo largo del metraje, e incluso, y esto es el único defecto relevante, la última escena desconcierta. 

pero no seamos finalistas, gocemos del recorrido de la dos horas de guión chispeante, de magníficas interpretaciones y de la propuesta que nos plantea, enorme e inevitable como un oso polar en nuestro salón.