domingo, 4 de noviembre de 2012

la quimera de oz

hay un escritor israelí, deduzco que judío pero no lo sé, que escribe como si fuera una quimera de mankel y coetzee, amargura, desilusión y compromiso por parte de mami y trascendencia y existencialismo por parte de papi, o al revés. pero sea como sea lo cierto es que a ratos me lleva a uno o al otro, o a los dos.

se llama amos oz, como el mundo del mago, y según creo, pretendiente, no sé si a la fuerza o de grado, al óscar de la literatura, el nobel, que este año, otra vez, ha perdido, o mejor, dejado de ganar.
como generalmente no me suelen sonar de nada los candidatos, ni siquiera el premiado, pues me hizo ilu haberme leído una novela del tal oz.

la tal novela trata de un hombre rodeado de mujeres, aspecto este casi irremediable hoy día, mejor para nosotras y para vosotros, y para todos, un poco menos de testosterona, (los literatos también tienen testosterona por muy buenos que sean en lo suyo), y un poco más de emoción y sentimiento, como siga esto así el planeta igual se va a la mierda pero las personas a lo mejor tenemos salvación, 
(qué trágico, qué vanal) 

que, vuelvo al hombre rodeado de mujeres, por pura evolución personal, por pura y elemental honradez consigo mismo, decide dedicar un poco más de atención a sus seras queridas (ya sé cómo se escribe, no me deis la paliza), aprovechando que una de ellas ha desaparecido, lo que en un ejercicio meticuloso de autorreferencia, lo lleva a analizar, 
o mejor, comprender, 
o mejor, conocer, 
o mejor, interactuar, con la parte femenina de la población,
de su vecindario,
de sus relaciones, 
de sus amistades,
y de su familia, familia tan íntima como puede llegar a ser (no siempre es), su madre,
su mujer, 
su hija, 
y su suegra, como parte imprescindible de la terapia de llegar a conocerse a sí mismo y así comprender el mundo que es, poco más o menos, la misma cosa. 
antes de empezar ya sabemos que eso es imposible pero el camino es lo entretenido.

la novela me parece estupenda, nadie me lo ha preguntado pero me da la gana de recomendarla.