domingo, 14 de octubre de 2012

demos el poder a las mujeres

hay un sujeto (me encanta el lenguaje arcaico) añosito ya, oriundo de galicia, exdiputado del pp, qué casualidad, que opina que las leyes, como las mujeres, están para ser violadas. eso dijo.
y se quedó tan tranquilo.

ni el cielo se oscureció ni se rasgó el velo del templo de jerusalem, qué va, y eso que la cosa no era para menos. 

tenían que haber llovido piedras arrojadas por generaciones de mujeres, 
tenían que haberse removido en sus tumbas las miríadas de niñas, maduras y ancianas que han sufrido violación, fuerza o abuso a manos de individuos de la calaña del tal castelao bragaña.
tenía que haber dado la campanada el fiscal general del estado, mandando a la policía a detener al interfecto para exigirle explicación,
y sobre todo teníamos que haber salido a la calle millones de españolas a pedir la cabeza, la cabeza, sí, de alguien que se expresa de tan chulesca y criminal manera, despreciando el hecho de que está representando a la sociedad con su cargo público.

dan miedo. 
esta gentuza que se va desenmascarando cuanto más segura se siente para soltar lo que vienen callándose durante unas pocas décadas de disimulo democrático, esos hombres soeces que apabullaban a las crías lanzándoles a la cara comentarios brutales que encerraban una amenaza, nada de broma, esas mujeres resentidas o encanalladas que decidieron identificarse con los agresores, sirviendo a sus hijas para el festín depredador...
dan miedo. 

se nos tiene que meter en la cabeza. mientras las leyes y quienes tienen la obligación de hacerlas cumplir sean hombres, no habrá justicia para nosotras. no basta con que una élite de féminas llegue a puestos elevados, porque esa élite sólo llegará arriba después de haber pasado por una criba masculina que no sienta inquietud sobre su docilidad.
¡no! 
han de ser muchas las mujeres que ocupen el espacio público para que una forma de hacer femenina deje su impronta en la sociedad, para que no sea la excepción que simplemente siga los dictados patriarcales la que se sitúe en un rango de influencia. 

tiene que producirse una marea de mujeres que eleve a las mejores de entre nosotras a cargos con capacidad de decisión, que imponga nuestra sensibilidad femenina en esta civilización tan fuerte e inmisericordemente masculinizada.

en américa a esto lo llaman empowering women. se puede traducir por 

demos el poder a las mujeres