annus dei 2009
érase una vez un país que creía que tenía un futuro. no un futuro dorado, ni plateado, si a eso vamos. sólo un futuro, incierto, imperfecto... un ir tirando dos pasitos palante y un pasito patrás. en fin, como todos. se llamaba grecia.
al mismo tiempo, unos cuantos financieros anglosajones (no es manía, es que son anglosajones, qué le vamos a hacer), se reúnen en un restaurante de nueva york, bajo la inspirada convocatoria de georges soros, ese alquimista del dinero a niveles estratosféricos. opinan, como el anfitrión, no digo el dueño del restaurante, digo soros, que al capitalismo le queda poco tiempo tal como va y la prueba es que surgen crisis cada vez con mayor frecuencia, y que hay que modificarlo para que siga resultando de mucha conveniencia, para ellos, bien entendu.
en fin, como el vino era bueno, se pusieron de acuerdo enseguida.
mientras, otros países europeos como la dulce italia, la sensible portugal, la rebelde bélgica, la... la verde irlanda y la orgullosa españa, siguen en su siesta particular, acariciados nuestros oídos por el evocador sonido del dinero que nos prestaban los astutos banqueros.
y ocurrió, amiguitos, que un día los griegos se despertaron con el atronador rugido de las trompetas de los mercados, y mientras las autoridades salían al paso para parlamentar con el enemigo, y el pueblo esperaba espantado el discurrir de las cosas, se enteraron de que eran pobres de solemnidad, de que en adelante iban a tener que trabajar para el invasor y de que iban a perder vidas y haciendas sin remisión porque los responsables financieros no hacen prisioneros.
el resto de los países europeos, la dulce italia... se tentaron la ropa: hospis!, contra nosotros no irán, o sea, no vendrán...
no entendían un pimiento de lo que estaba pasando y miraban de reojo a ver si había cerca otro más débil para que se lo zamparan antes. pero fueron. o sea, vinieron.
y esos tiburones de aleta retorcida no se pararán hasta que hundan el euro y no se vuelva a hablar de otro patrón monetario que no sea el dólar. lo siento, yo lo veo así.
pero... por lo menos soros y los suyos se deben de estar riendo de lo lindo viendo a los candidatos a la presidencia de los países esforzarse tanto, y una vez conseguido el triunfo electoral, zas, empujoncito y al suelo.
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este señor (de alguna manera habrá que llamarle) fue el que provocó la quiebra de la libra esterlina, el descalabro del rublo y otros desmanes, a partir de los cuales se convirtió en el más súpermillonario de los súpermillonarios... por cierto es el mayor terrateniente de argentina.
hummm ¿por qué nos encontramos a argentina y a los elefantes estos días vayas donde vayas?
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