anuncié esta entrada hace días y por fin encuentro un rato.
hay cosas que no pueden medirse con la vara con que se miden otras. uno no puede, si no es una rana, hacerse la reflexión que se hizo hace un mes el ministro italiano de economía, la de que si el barco se hunde nos hundimos todos y, por eso, los que manejan mi barca, ay, que a la deriva me llevan, ay, no pueden dejar que el barco zozobre. ¡y hasta que fafalte!.
y llegan mis dos animalicos del título. pido perdón a todos los que se sepan la fábula pero me viene que ni pintada.
"un escorpión quería cruzar un río, así que se dirigió a una rana y se lo pidió, como favor personal:
ranita, ¿me pasarías el río, que yo no sé nadar?
la rana, algo mosqueada por la insólita petición, le hizo los cargos de que, dada la fama de los escorpiones, lo más seguro era que la matara:
no puedo fiarme de ti, seguro que me picas.
el escorpión argumentó hábilmente:
no, no te voy a picar, te lo aseguro, porque si te pico y te mato, nos ahogamos las dos.
la rana era inteligente y comprensiva, lo pensó y se dijo:
es cierto, si me pica cuando lo esté transportando a mi lomo, me mata pero también se hunde él.
así que accedió. el escorpión subió sobre la batracia y ambos empezaron a cruzar el río. cuando estaban a mitad de la corriente, la rana sintió un agudo picotazo. atónita (y dolorida, supongo), le reprochó:
pero... ¿por qué me has picado? nos vamos a ahogar los dos, tú también.
el escorpión repuso:
no pude evitarlo, es mi naturaleza."
y hay gente que, como los escorpiones, tienen en su naturaleza inscrito un código de conducta que los vuelve irracionales cuando de su propia codicia se trata. los demás también asistimos atónitos, como la rana, al espectáculo de la quema del barco común en el que vamos todos. pues perdamos toda esperanza de reflexión por parte de los codiciosos.
no van a cambiar. está en su naturaleza.