henning mankell, ya saben, el escritor sueco antecedente y consecuente de larson el de millenium, creador de un personaje que es un policía que da más pena que miedo que se llama wallander, es un buen escritor pero también es un tipo triste, triste a rabiar, triste desde que se levanta hasta que se acuesta. y lo digo yo, que creo que he leído todo lo que ha escrito para adultos. de sus libros para niños también he leído algunos. dudo de que esas criaturas a las que van dirigidos lleguen a mayores porque ...¿para qué? todas las situaciones que plantea son muy desgraciadas y susceptibles de empeorar, así que...
así que me encuentro en un dilema. bueno, el dilema es consustancial con los seres humanos, no sólo mío, pero a veces una no se da cuenta. con mankell sí que me la doy. esta consciencia sobre la cabeza, ligera como una boina de cemento, y al mismo tiempo, conservar las ganas de reir, de levantarme por las mañanas, de hacer el ganso... ese es el dilema.
en fin, esta vez la novela tiene un título igual de feo que los otros, mira que es malo este hombre poniendo títulos, se llama el ojo del leopardo y transcurre mitad en áfrica y mitad en suecia, de donde se puede deducir hábilmente que, también ésta, tiene un componente autobiográfico importante, así que mankell se ve a sí mismo como un ratoncillo asustado para el que, dice, no hay sitio en un mundo herido. bueno, justamente eso es mankell.
yo lo adoraría muchísimo si lo tuviera cerca pero me parece que sólo iría a verlo de vez en cuando porque a mí me asustan mucho los ratones asustados.
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