qué fastidio, qué ñoño el día de la madre. de la madre que parió a los comerciantes y periodistas que viven de sembrar en los ingénuos o los memos afectos de corte inglés.
no quería pero fue. a destiempo de sus hermanas, a contrapelo y sin regalos pero fué.
justo a tiempo de recordar la soberbia irresponsable de su progenitora, la orgullosa ignorancia de la que siempre había presumido, la prepotencia insufrible de la que jamás ha ensayado la autocrítica, la autocomplacencia de quien se ampara en la irracionalidad para no saber nada, para no necesitar saber nada.
el padre ensayó la pacificación de las partes. lo intentaron, sin éxito. la madre se revolvió de nuevo, incapaz de sacrificar su soberbia y su ira, provocadora como toda derechona.
se marchó. hacía cuatro meses que no entraba en la que había sido su alojamiento de niña, nunca su casa. la visita duró 75 minutos.
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