MALDITOS TACONES
Dos mujeres en escena, 70 minutos sin tregua, texto imparable, tenso, exagerado, no se entiende muy bien esa atmófera asfixiante que envuelve los infinitos reproches que se lanzan una a otra.
Aunque al cabo de un rato se va entendiendo, pero qué necesidad había, digo yo, de contar cosas que
nunca deberían contarse porque
nunca deberían tener que purgarse, ya que
nunca deberían haber pasado.
Sin reventar el final, que se adivina pronto, diré que, aquí, estas dos señoras entaconadas de lo que hablan es de abusos, abusos sexuales, para más detalle.
Y ese tema, queridas amigas, no tiene tajada buena, como se diría vulgarmente, no tiene por dónde cogerse.
Son tantas y tantas las cosas que las mujeres tenemos que contarnos unas a otras, que por algún lado hay que empezar, y los malditos tacones son tan mala ocasión como otra cualquiera.
tenemos que contarnos muchas cosas que no nos hemos atrevido a reconocernos a nosotras mismas cuando nos ha pasado, y que da mucha vergüenza contar a otra.
porque en el fondo, todas hemos creído que si no lo decíamos,
si no lo explicitábamos,
si no lo reconocíamos,
el mundo podría seguir girando como si tal cosa,
pero
No se puede hablar de abusos sexuales y quedarse tan tranquilos, no, señor.
Cuando se habla de esto todo debería oscurecerse el cielo para que el mundo no viera las malas artes que los hombres emplean para satisfacer su instinto depredador, pese a ellos mismos, y que no se sepa.
Porque los hombres son depredadores y lo saben, por eso no acaban de culpar del todo
al violador descubierto,
al violador que se ha dejado coger,
al hombre no hombre que no se ha controlado lo suficiente como para seguir manteniendo el paripé de que el macho humano es un ser civilizado
al que se puede llamar varón,
y por lo tanto merece ser llamado esposo,
y también ser llamado padre,
y por ello, no ser expulsado del grupo.
Y ellos saben que no lo merecen, hasta los que se comportan civilizadamente saben que se han librado por los pelos, seguramente porque no se les ha presentado jamás la ocasión.
y quien evita la ocasión evita el peligro.
Como un potro, todo hombre que nace debe ser domado. No nacen domesticados como los perros. Como mamífero no sería necesaria la doma, pero como mamífero raro, o sea, como hombre, sí.
El varón hizo un pacto extraño con la mujer. La hembra sapiens logró que el macho sapiens se comprometiera a sacar adelante a las crías de ella defendiéndolas y proveiéndolas.
Y así pasó por milenios.
Pero, reticente en su renuncia, el varón cometió un grandísimo error, el de probar suerte como dictador de la especie
confinando a la mujer en un lugar sombrío,
y al hacerlo, ensombreció a la especie entera,
al mundo en su totalidad,
y a sí mismos en su oportunidad de trascendencia.
porque un varón que no ha recibido el marchamo de aptitud de parte de una mujer, sabe, y el saberlo lo mata, que jamás trascenderá su situación de macho aspirante.
así que el varón desvinculado de la sociedad, que es la mujer y las crías, es un macho errante sin armas para combatir su lascivia impenitente.
Así que Malditos Tacones no es la mejor obra, ni está inolvidablemente interpretada, pero es imprescindible para todas nosotras.
texto: ignacio amestoy
dirección: magüi mira
actrices: Luisa Martín y Olivia Molina.
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