... de la biología.
el feminismo se ha revelado como la gran revolución de la segunda mitad del siglo XX, y por lo que parece también del XXI. ahora sólo falta saber a dónde vamos.
y como toda auténtica revolución, sobrepasa cualquier organización que encuentra por delante, rebasa lo que hay y se pone en cabeza.
los partidos de izquierdas corren a emparejarse con las multitudes de mujeres que desfilan por todos los pueblos y ciudades de españa, para no quedarse atrás,
y los de derechas se desesperan sacando de sus fondo de armario viejos argumentos que, como los paños podridos, se les deshacen entre las manos al intentar que vean la luz.
las propias feministas, y creo que toda mujer lleva una dentro, aunque a veces haya descendido tanto que resulte difícil hacer que emerja, las feministas, digo, admiradas de nuestra propia fuerza tememos errar el tiro, avanzar hacia lo equivocado, por eso nuestros debates son intensos, ácidos, a primera sangre algunos.
las feministas tememos a nuestra propia biología porque en virtud de ésta, esencializada en nuestra exclusiva capacidad reproductiva, se nos condenó hace unos pocos milenios a la sumisión, la obediencia, la esclavitud.
de la misma forma que cuando un preso escapa de una prisión no busca guardar recuerdo alguno de ella, las mujeres hemos querido renegar de aquello que nos ataba, y con eso se ha pretendido renegar de nuestra biología.
¿pero en qué se basa nuestra corporalidad y nuestra intelectualidad si no es en una serie de hormonas, reacciones físicas, químicas, eléctricas, que se convierten dentro de nosotros en pasiones, pensamientos y lágrimas, y a nosotros en seres amorosos, odiadores, pensadores, contemplativos, trágicos o compasivos?
nuestra capacidad reproductiva, objetivo último y primero de nuestra especie y de todas las especies nos hizo como somos, lo que somos.
cuando "la función creó al órgano" todos nuestros órganos se pusieron al servicio de la reproducción de la especie.
funcionó.
funcionó introduciendo toda modificación que resultaba ser una ventaja evolutiva.
y funcionó tanto que hemos llegado a pensar que nos podemos independizar de nuestra dimensión biológica, sin caer en la cuenta de que es a partir de ella como existe todo lo demás, y nada hay sin ella.
pero nuestros compañeros de viaje, los hombres, nos impusieron en determinado momento un viaje humillante y sumiso, e increíblemente cruel.
así pues, las mujeres, no sólo hemos servido como el resto de seres de la naturaleza a los mandatos de nuestra especie, a ese tiránico gen egoísta, sino también a los machos que nos acompañan, y eso es, para nuestra especie concreta, terriblemente disfuncional, porque los machos sapiens no se formaron biológicamente para organizar ni relacionar los grupos ni los individuos, más bien todo lo contrario.
sus características vienen de su especialización, de su capacidad de impulso y fuerza, de su talante competitivo, constructivo y destructivo, de su agresividad.
la organización y relaciones de los grupos fue la especialización de la hembra sapiens. fue su necesidad de colaboración, procedente de su vulnerabilidad a causa de las gestaciones, los partos y las crianzas, lo que, optimizado hasta lo increíble, ha hecho posible haber llegado hasta aquí.
naturalmente, todo sigue en evolución de manera constante. también para estos tiempos actuales es válido el aserto de que la función crea al órgano, y si nuestras funciones van cambiando, también lo hará la biología que las acompañe. aunque esto no pasará ni hoy ni mañana. los cambios culturales son rapidísimos pero los biológicos, no. cada operación de la biología depende de otras miles de ellas y esa orquestación es lenta, muy lenta.
las mujeres no somos ni tenemos por qué ser ni amas ni esclavas, ese tipo de dinámica polarizada es cruel y errónea.
nosotras tenemos nuestra propia dinámica, menos finalista, más del recorrido, más del consenso que del enfrentamiento. pero no se debe olvidar que ningún ser de la naturaleza se comporta en libertad como en confinamiento.
las mujeres llevamos demasiado tiempo confinadas, y los varones demasiado tiempo detentando un poder para el que no están preparados.
ambos sexos tenemos que ensayar con valentía y paciencia la realidad de la libertad.