el estado social no ha existido siempre.
todos aquellos que insisten en que cuanto menos estado, mejor, serían difícilmente comprendidos por sus abuelos o bisabuelos. ellos guardaban celosamente una cierta cantidad de dinero bajo el colchón por si venían mal dadas.
quizá las generaciones de menos de 40 años no sean capaces de imaginar un mundo en el que los ancianos no cobraban ninguna pensión y tenían que trabajar en lo que fuera o pedir limosna, o incluso soportar la convivencia con yernos, nueras o hijos desconsiderados o crueles, antes de derrumbarse en algún rincón, contentos de morir.
tampoco sabrán nada de la impotencia y humillación de los escolares inteligentes y espabilados que tenían que obtener notas sobresalientes para continuar sus estudios, compensarlos con algún tipo de tarea en la escuela o, peor aún, abandonarlos para ponerse a trabajar.
no, el estado del bienestar no ha existido siempre, de hecho ha supuesto una dichosa excepción en la historia de la humanidad. quizá nos hemos acostumbrado, y como con todo lo que entraña costumbre, hemos embotado la inteligencia.
pero además, el estado no sólo ha servido dignamente a toda la sociedad sino que nos ha cohesionado como ciudadanos. reconocernos receptores de servicios sociales ha creado espíritu de cuerpo. los servicios sociales no han servido únicamente a las clases más empobrecidas sino que su gran logro ha sido que han servido sobre todo a la inmensa clase media que ha disfrutado, orgullosa y confiada, de ellos.
o, por el contrario, quizá ha sido la imprescindible necesidad de la gente de tomar en sus manos la responsabilidad de evitar de alguna forma que las dos horribles guerras mundiales pudieran repetirse la que ha hecho germinar esa cohesión.
frente a ella, el individualismo que preconizan los poderes financieros y los gobiernos complacientes con éstos, actúa de disgregador. la globalización ha alejado la producción de nuestros hogares, la multiculturalidad ha introducido lo ajeno en nuestro ámbito, factores que, entre muchos otros, han favorecido la pérdida de nuestra identidad y la indiferencia social.
pero todos, se adhiera uno al bando que quiera, debemos saber que hay cosas, muchas, que o se hacen colectivamente o no se hacen. nadie mas que los millonarios son capaces de afrontar un tratamiento crónico durante mucho tiempo. nadie mas que los millonarios pueden pagarse aviones privados o redes eléctricas o calefacciones particulares o policías.
mienten los que dicen que prefieren pagarse ellos mismos las cosas que vayan a utilizar y a cambio librarse de pagar impuestos.
mienten porque ocultan que si pueden pagarse un tratamiento carísimo en un hospital es porque la sociedad con sus impuestos ha corrido con el gasto de la investigación, de la construcción del hospital, de la formación de los especialistas. ellos, simplemente la han vampirizado. de hecho, creo que ése es su plan.
la disyuntiva está entre estado social o estado a secas, como el que ha existido hasta hace un siglo, cuando los gobiernos no eran mas que los instrumentos mediante los cuales las clases económicamente potentes ejercían su poder.