en españa, hay varios millones de escopetas con licencia para matar animales. no me gusta esa gente que ocupa sus días de descanso en deambular por bosques y montes buscando algún ser vivo a quien arrebatarle la vida.
hay algo que anda mal en ellos, hombres duros, sin compasión, ásperos, que madrugan para encontrar a las criaturas del bosque antes de que se retiren a descansar, porque no quieren dejarlas descansar, quieren matarlas para satisfacer algún rincón oscuro de su alma insensible. prefieren llenar de muerte los campos a disfrutar con el paisaje de los animales vivos, espléndidos, felices. prefieren la muerte a la vida.
qué gran valentía la del portador de escopeta que espera a que la corza baje al río a beber, hunda su morro negro en el agua fresca, levante con curiosidad la ligera cabeza al oír una pisada de impaciencia, un resuello asesino, y finalmente estampe sus bellos ojos en su matador, oponga su inocencia a la bala, su incomprensión a la codicia.
no somos los propietarios de la tierra, quizá todo venga de ese concepto cristiano de que somos los reyes de la creación y todo lo demás está a nuestro servicio para lo que se nos antoje hacer con ello.
pues no es cierto, y con su supuesto derecho, fundamentado en quién sabe qué, nos arrebatan a los demás la presencia de los animales, su magnífica visión, el consuelo de su existencia.
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