martes, 14 de junio de 2011

me encanta la novela negra. y no es de ahora. 
de jovencita descubrí a simenon, y su maigret me ha acompañado siempre. reconozco que desde que leí su autobiografía se me vino al suelo el escritor, qué infame resulta, pero da igual... maigret era ....
una vez recorrí en parís los lugares que el comisario frecuentaba, su casa, en el bulevar richard lenoir, su lugar de trabajo, en el quai des orfevres, la brasserie dauphine... 
también me ha pasado con el padre brown y plinio, holmes, spade y marlowe, parker y dortmunder, wallander, bevilacqua, chamorro...
encuentro en los detectives la sabiduría del que conoce el mundo y su perversidad y lo comprende. al que trabaja mucho y duro y gana muy poco. al ser humano cuyos ojos ya no pueden contener la visión horrible de los muertos, al que sabe que, aún cuando gane y resuelva un caso, pierde. 
son gente llena de cicatrices, con frecuencia adictos al alcohol o a drogas. 
solos. 
y bellos, porque sólo la derrota y el fracaso contienen belleza, contención, dignidad, enseñanzas y aspereza. 
la victoria, al contrario es lisa, brillante, hortera, estridente y ensimismada, ni enseña ni aprende. fea.

mis detectives han aprendido mucho, no se afeitan ni se duchan a menudo, beben más de la cuenta y hasta miran inútilmente a las mujeres con lascivia. pero han aprendido mucho.
me quedo con el matiz.

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