martes, 15 de marzo de 2011

se llama ayla

desde que yo recuerdo he tenido miedo a los perros, pero ya no. y digo desde que yo recuerdo porque estoy segura de que el miedo no nació conmigo sino que me fue inculcado de alguna manera, en cualquier caso, antes de mi primer recuerdo.
y digo que ya no porque un día, como suele pasar en las grandes historias de amor, se cruzó una perrita en mi vida, bueno, en mi carretera, y, a partir de entonces, como le pasó al personaje de hijos de la medianoche de shalman rushdie, que al caerse de bruces en el hielo y romperse la nariz se hizo sensible a las mujeres y a la historia, yo me hice sensible a las perritas en particular y a los animales en general.
y no deja de tener su inconveniente la cosa porque al expandirse mi preocupación por todo el reino animal, la cuestión del toreo, que siempre he eludido con un "no tengo el tema resuelto" porque me gusta aunque no me termine de parecer bien, me exige el compromiso de definirme y, oye, prefiero sin duda un toro vivo que un toro muerto. qué le vamos a hacer...

No hay comentarios:

Publicar un comentario