esta mañana he terminado la novela de juanjo millás lo que sé de los hombrecillos y no sé muy bien qué decir de ella, pero como he prometido (no digo a quién pero lo he prometido) contar lo que me voy leyendo por si alguna vez digo algo interesante, aquí lo planto.
supongo que la novela va de los deseos inconfesados que todos tenemos (al menos los tiene el autor), y de cómo los reprimimos (o de como los reprime él), y millás los personifica en unos hombrecillos del tamaño de renacuajos con los que él está familiarizado porque se ve que el hombre los conoce desde pequeño.
la verdad es que no me interesa nada de nada la profundidad pretendida, y, apenas, el morbo que nos sirve a base de delirios de asesinato y de violación. luego no pasa nada porque los hombrecillos desaparecen caprichosamente cuando al autor le parece que ya esta bien (yo creo que cuando la narración alcanzó las 180 páginas mínimas para que su editor accediera a publicarlas. es de ser mal pensada pero es lo que opino).
seguramente estoy muy equivocada porque la novelita en cuestión ha ganado algún premio importante, pero de lo que no me baja ni dios es de criticar alguna expresión que aparece:
dice que su mujer detentaba no sé qué cargo: supongo que nos explica que su señora ostentaba un cargo que no le correspondía pero lo consiguió, de forma ilegítima, que es lo que significa detentar.
dice que cortó una rebanada de melón: ¿pero cómo corta el melón este hombre?
sus personajes escuchan en lugar de oyen: o sea, como casi todo el país, ya nadie usa esos dos términos con propiedad.
!qué vida, oyesss! me voy al cine a ver valor de ley, con el miedo que me dan los coen!
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