sábado, 16 de noviembre de 2024

Nulla crux, nulla corona (maría antonieta)

 Marie Antoinette, 1755-1793, Archduchess of Austria, Queen of France, between circa 1773 and circa 1774. Creator: Joseph Hickel. (Photo by Heritage Art/Heritage Images via Getty Images)

De todos es sabido que las mujeres no hemos tenido responsabilidades políticas en los asuntos públicos ya que se nos ha negado tozudamente una participación mínimamente importante en los mismos.

Sin embargo, oh suceso maravilloso, las mujeres han concitado el odio popular en tantas ocasiones como pocas oportunidades hemos tenido de ser merecedoras reales de él.

La Viuda Capeto es una de esas mujeres sin responsabilidad legal alguna; ya que no poseían capacitación legal en absoluto, no obstante lo cual fue condenada a la pena de muerte, y matada consecuentemente, por un pueblo que se compadecía tiernamente de ella en el cadalso, en la misma medida que la detestaba cuando recorría inconscientemente los caminos que la llevaban de París a Versalles y vuelta; y que no obstante fue decapitada por detentar un poder que sólo había aceptado por delegación obligatoria, lo que convierte a esa mujer, y a todas las que comparten y/o han compartido con ella tan trágico destino, en víctima propiciatoria de primer nivel.

María Antonieta, hija de María Teresa de Habsburgo, fue casada a los 15 años con el que pronto sería Luís XVI, rey de los franceses.

 Partiendo de ese hecho, ¿qué jurado tendría el valor actualmente de declarala culpable de lo que hizo, o mejor dicho, omitió, su augusto esposo?

Se podría hablar de qué responsabilidad tiene cualquiera en haber nacido en determinada familia en lugar de en determinada otra, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que a esa reina no se le podía imputar otra culpa que la de gastar mucho dinero en sus aficiones y lujos.

La viuda Capeto, como la llamaron desde que su marido, el rey luis XVI fue decapitado, nunca tuvo responsabilidades de gobierno de ningún tipo, nunca, por lo tanto, legisló mal o injustamente, ni tomó decisiones que llevaran al país a la ruina, ni declaró guerras, ni provocó hambrunas, ni dictó normas inhumanas, ni hirió de ninguna manera a sus súbditos, que lo eran por estar ella casada con el rey de francia y no por causa propia, y, sin embargo, fue odiada como no lo fue nunca su esposo ni ninguno de los varones que llevaron al país a la situación de 1789.

¿por qué se odia talmente a las mujeres?

¿por qué se las odia mayormente cuando se ven convertidas en beneficiarias del favor masculino, aún sin su consentimiento, como es el caso de una niña de 15 años, y sin embargo se las compadece y se las quiere cuando no se interpone la presencia cruel y a menudo libidinosa de los varones?

María Antonieta, la viuda Capeto, fue odiada por el pueblo que no la conocía, porque era hermosa, alegre, insensible e irresponsable, es decir, como se exigía que fuera una reina de Francia, pero fue respetada por los pocos que la conocieron durante su absurdo y cruel cautiverio, e incluso compadecida.

no, no hay acontecimiento en el mundo que no esté atravesado por el terrible dictamen masculino, ni mujer en el universo que no constituya una secreta ambición mezclada con pavor para los hombres.

Cuando la reina de Francia paseaba en carruaje, el pueblo era llamado a odiarla por las fuerzas que proyectaban hacerse con el poder, poder que nunca fue de ella sino de su marido, de su suegro antes y sería de su hijo después, cosa que no llegó a ocurrir.

Y cuando hizo su último viaje en carreta hasta el cadalso, la gente guardó silencio y la piedad se apoderó de los presentes, y hasta que algún político gritó Viva la República, así permanecieron.

¿Qué amenaza suponía para Francia una mujer? ninguna.

¿Por qué había que matarla? por despecho.

por haberla deseado, por haberla adorado, por sentirse vulnerables ante ella...

Ese es el único y mortal pecado que cometemos las mujeres, y por él se nos condena.

En la desconocida tumba de María Antonieta, viuda de Capeto, no se alzan

NULLA CRUX, NULLA CORONA.

(ninguna cruz, ninguna corona)  quizá porque ambas son símbolos de poder masculino.

 

viernes, 8 de noviembre de 2024

¿madres asesinas?

 

Madres Asesinas

Hasta la coronilla de observar cómo los ataques a las mujeres, misoginia total, se hacen eco en muchas mujeres.

Tengo que aguantar que en una jornada feminista no se haya pronunciado en toda ella la palabra hijo, maternidad o madre. Sí, en una jornada feminista, porque parece ser que las mujeres detestamos la maternidad.

No sería raro tampoco, el bombardeo antimaternidad es insoportable.

Hasta hace unos años, la maternidad no importaba socialmente casi nada, pero desde hace un par de décadas aproximadamente, desde que los hombres están interesados en ella, el bombardeo a las mujeres sobre la horripilancia que supone tener un bebé ha adoptado proporciones llamativas. Y en esto, el cine lidera.

Podemos hablar de Juno, cuya protagonista, Elle Page, organiza una especie de concurso para decidir a qué pareja le va a entregar a su hijito o hijita. Ahora, ya legalmente Elliot Page, intenta convertirse en varón. Está, como aparece curiosamente en el anuncio del año pasado, entre un tío y una tía, como algo en medio.

Interesante, oye.

Podríamos seguir con Tully, ese engendro de película donde Chralize Theron se empeña en convencernos de que tener hijos es lo peor que le puede pasar a cualquiera.

Curiosamente, ambas pelis han sido dirigidas por Jason Reitman y guionizadas por Diablo Cody. Qué obsesión, diría yo. Diablo hacía alardes hace años de lo bien que le había ido con el estriptease, como a Depentes con la prostitución, más o menos. Los han dejado en cuanto se han forrado, a pesar de lo que las empoderaba ser usadas por los hombres..

Y de ahí para delante. Poco después de Ama, Madres paralelas, La hija oscura, Malas madres, Mamífero, Alumbramiento, Tenemos que hablar de kevin… llegan para todas nosotras La virgen roja y Salve María.

No me creo que todo esto sea algo espontáneo, de ninguna manera.

Convencida como estoy de que el cine ha sido el arma principal de la colonización estadounidense del resto del planeta, las armas también pero sale más caro y es menos eficaz, veo la maniobra a distancia. Están apartando a las mujeres de la maternidad.

Y, como es evidente para cualquiera, (para cualquiera que no sea un imbécil que afirma desear que la especie se extinga), que los seres humanos deben seguir naciendo, la ecuación aparece clara, alejando a los bebés y a la maternidad de las mujeres, el mundo entero puede ser transformado.

Parezca o no raro, las mujeres somos y hemos sido la garantía de la existencia de valores, naturales en nosotras, que los hombres, vestidos de revolucionarios o de curas, han imitado con poco éxito.

Aquí hago un pequeño paréntesis para explicarme.

¿Qué predican los revolucionarios y los curas que no sean los valores que traemos las mujeres de fábrica? ¿La justicia, la compasión, los cuidados, el reparto, la solidaridad, el amor…?

(Los curas hasta se vestían de faldas para suplantarnos. Se quitaron la sotana cuando nosotras empezamos a ponernos pantalones).

Porque la catadura femenina no es cuestión de ideales sino de biología. Las mujeres, determinadas biológicamente para contener en nosotras a uno o varios individuos extraños, nos hemos conformado como seres tolerantes, desde la intimidad de nuestro sistema inmunológico hasta la mesa donde repartimos la comida entre todos ellos sin diferencias. Desde lo puramente físico a lo psicológico.

Este valor es con el que, en definitiva, llevan algunos milenios combatiendo los hombres. Como afirma la magnífica Riane Eisler en El cáliz y la espada, fue necesaria la eliminación de las mujeres como agentes políticos y sociales preeminentes, fue necesaria nuestra discriminación esencial, para poder implantar en las sociedades el resto de desigualdades y discriminaciones.

Las mujeres, como garantía de igualdad, equidad y justicia tuvimos que ser neutralizadas para poder imponer una sociedad jerárquica masculinodominante.

Y, como todo ser vivo tiende a su conservación y reproducción, las mujeres contenemos la capacidad de gestar y parir, a partir de la cual se generaron el resto de características. Así que pasmada asisto al fenómeno que parece ser que ha triunfado en las poblaciones de los países ricos y desarrollados, el rechazo a la maternidad.

Después del desprecio a nuestra naturaleza por parte de los varones durante el ya muy largo patriarcado, las mujeres lo han hecho suyo.

Acabo de ver en cine La virgen roja. Le comentaba a una amiga que querría saber cómo fue realmente el crimen que dio lugar a la leyenda.

La película, dirigida por Paula Ortiz, se basa en el homicidio o asesinato de una chica a manos de su madre.

La película de Mar Coll, Salve María, plantea los deseos parricidas de otra madre recién parida.

La generación femenina que menos hijos ha tenido en nuestra historia encuentra que su expresión artística la lleva a la exposición de casos de Madres Asesinas, por muy minoritarios que sean.

Y pasa con esto como con otras muchas contradicciones que estamos observando estos días, la de que lo que dicen las vanguardias intelectualoides no se compadece ni con la realidad mayoritaria de la sociedad ni con su propia práctica personal.

Es decir, que vuelve a ser mucha ideología woke y poca realidad.

Por supuesto que una mujer no es una mamífera cualquiera, pero tampoco estamos emancipadas de animalidad.

De hecho, y para humillación de muchas feministas que detestan ser madres porque simplemente no quieren, yo suelo chincharlas con el argumento de que ellas no querrán, es decir, su mente no querrá, pero el resto de su cuerpo sí, ya que las prepara mensualmente durante 40 años para serlo.

Y eso cuenta, sobre todo para sentirnos bien o no.

Rompo una lanza a favor de que las mujeres dejemos de creer lo que otros piensan que debemos ser y nos dejemos llevar por lo que nuestros cuerpos nos dictan.

Sin moñerías ni tontadas, las mujeres somos seres importantes, y en nosotras ha recaído la actividad más importante que cualquier ser humano puede ejecutar, LA MATERNIDAD. Así que menos hostias.

viernes, 20 de septiembre de 2024

 MALDITOS TACONES

 

Dos mujeres en escena, 70 minutos sin tregua, texto imparable, tenso, exagerado, no se entiende muy bien esa atmófera asfixiante que envuelve los infinitos reproches que se lanzan una a otra.

Aunque al cabo de un rato se va entendiendo, pero qué necesidad había, digo yo, de contar cosas que 

nunca deberían contarse porque 

nunca deberían tener que purgarse, ya que 

nunca deberían haber pasado.

Sin reventar el final, que se adivina pronto, diré que, aquí, estas dos señoras entaconadas de lo que hablan es de abusos, abusos sexuales, para más detalle. 

Y ese tema, queridas amigas, no tiene tajada buena, como se diría vulgarmente, no tiene por dónde cogerse.

Son tantas y tantas las cosas que las mujeres tenemos que contarnos unas a otras, que por algún lado hay que empezar, y los malditos tacones son tan mala ocasión como otra cualquiera.

tenemos que contarnos muchas cosas que no nos hemos atrevido a reconocernos a nosotras mismas cuando nos ha pasado, y que da mucha vergüenza contar a otra.

porque en el fondo, todas hemos creído que si no lo decíamos,

si no lo explicitábamos, 

si no lo reconocíamos,

el mundo podría seguir girando como si tal cosa, 

pero

No se puede hablar de abusos sexuales y quedarse tan tranquilos, no, señor. 

Cuando se habla de esto todo debería oscurecerse el cielo para que el mundo no viera las malas artes que los hombres emplean para satisfacer su instinto depredador, pese a ellos mismos, y que no se sepa.

Porque los hombres son depredadores y lo saben, por eso no acaban de culpar del todo 

al violador descubierto, 

al violador que se ha dejado coger, 

al hombre no hombre que no se ha controlado lo suficiente como para seguir manteniendo el paripé de que el macho humano es un ser civilizado 

al que se puede llamar varón, 

y por lo tanto merece ser llamado esposo, 

y también ser llamado padre,

y por ello, no ser expulsado del grupo.

Y ellos saben que no lo merecen, hasta los que se comportan civilizadamente saben que se han librado por los pelos, seguramente porque no se les ha presentado jamás la ocasión. 

y quien evita la ocasión evita el peligro. 

Como un potro, todo hombre que nace debe ser domado. No nacen domesticados como los perros. Como mamífero no sería necesaria la doma, pero como mamífero raro, o sea, como hombre, sí.

El varón hizo un pacto extraño con la mujer. La hembra sapiens logró que el macho sapiens se comprometiera a sacar adelante a las crías de ella defendiéndolas y proveiéndolas. 

Y así pasó por milenios.

Pero, reticente en su renuncia, el varón cometió un grandísimo error, el de probar suerte como dictador de la especie 

confinando a la mujer en un lugar sombrío, 

y al hacerlo, ensombreció a la especie entera, 

al mundo en su totalidad, 

y a sí mismos en su oportunidad de trascendencia.

porque un varón que no ha recibido el marchamo de aptitud de parte de una mujer, sabe, y el saberlo lo mata, que jamás trascenderá su situación de macho aspirante.

así que el varón desvinculado de la sociedad, que es la mujer y las crías, es un macho errante sin armas para combatir su lascivia impenitente.

Así que Malditos Tacones no es la mejor obra, ni está inolvidablemente interpretada, pero es imprescindible para todas nosotras.

texto: ignacio amestoy

dirección: magüi mira

actrices: Luisa Martín y Olivia Molina.

  Malditos tacones - Foto


domingo, 17 de diciembre de 2023

Juicio a una mujer, a una bruja.

 Justine Triet recibe la Palma de Oro por "Anatomía de una caída", entregada por Jane Fonda

Ayer vi la última película de Justine Triet, Anatomía de una caída, ganadora de la Palma de oro de este año en Cannes.

Las mujeres tenemos muchas cosas que decir, no en vano llevamos calladas muchos siglos. Algunas contamos la historia global de las mujeres y otras, nuestra historia personal, que es lo que hace Triet aquí. Al final todas las historias son lo mismo pero las circunstancias son diferentes.

El argumento va de un hombre que muere y al no poder determinarse con certeza la causa, investigan a la esposa.

Aparte de que la película resulta apasionante durante todo el metraje, hay una conversación , que acaba en bronca incluso física, entre marido y mujer, y es de esas escenas que revuelven el estómago. Por conocidas, por haber sido experimentadas, por dolorosas.

Se resumiría en reproches amargos, agresivos y falsamente dolientes, de él, y argumentos apasionados a ratos, violentos a veces, intentos sucesivos de serenar el ambiente, siempre rechazados por él, por parte de ella.

Gran parte de la película se desarrolla en un juzgado, claro, ése donde se juzga a la mujer en su carácter, su comportamiento, su ética, su dureza o su bondad.

Es, como se puede apreciar a poco que hayas vivido, el juicio al derecho de una mujer de seguir con su vida, cuando la de su marido hace aguas.

Los maridos casi nunca triunfan, las mujeres tampoco, en el sentido social del concepto, pero a nosotras no nos importa tanto ese lado social del concepto porque tenemos otros valores, porque nuestra prioridad no es ésa sino la capacidad de regateo con la mala suerte, con el éxito que se nos escapa, es el desarrollo de la propia vida en su alegría, en su capacidad de amor, en su devenir diario, en su inmanencia y no tanto en su trascendencia.

Es esa prioridad de trascender lo que el varón entroniza e identifica con la felicidad, y con el fracaso cuando no la consigue.

Pero más trágica aún es la necesidad de ese varón de culpar a la mujer, como si tuviera 5 años, como si siguiera siendo su madre quien dirige su destino, al tiempo que la priva de esa capacidad.

Tú no puedes ser feliz porque yo no lo soy. Y si no lo soy se debe a que me coartas, me castras, me engañas o me utilizas para tu propio éxito.

No es inédito. Si miramos a nuestro alrededor, nos daremos cuenta de que conocemos a demasiadas parejas, juntas o rotas, que han pasado por esto.

Las mujeres, a lo largo de siglos, hemos renunciado a muchas cosas propias y felices, para equipararnos a los varones. Si había que trabajar fuera de casa para tener derechos lo hemos hecho, aunque hayan sido trabajos ideados por los hombres a su imagen, gusto y semejanza, aunque para ello hayamos sacrificado cuidados, amores, creaciones, hijos.

y aún así, el varón "perdedor" no perdona.

el varón "perdedor" asesina, hace infeliz, amedrenta, encierra, viola, cuando su propia imagen le devuelve su certidumbre de haber perdido, de estar perdiendo.

Antes muerto que fracasado.

La anatomía de una caída es una grandísima película, serena, sin apenas estridencias, perfectamente actual, impecablemente democrática, civilizada, que te pone los pelos de punta por su íntimo significado.

porque, en definitiva, a las mujeres nos siguen queriendo quitar la vida.

viernes, 17 de junio de 2022

revolucionarios o santos, sólo reflejos pálidos de las mujeres

Tiene que decirse, las revoluciones no triunfan porque las llevan a cabo varones, cuyos valores y características se oponen tercamente al ideario de las mismas. Incluso cuando las revoluciones aparentemente triunfan, es decir, cuando consiguen desplazar regímenes anteriores y sustituírlos, tienen un recorrido muy corto. Pronto, aparecen los revisionismos, las reacciones, la corrupción o los caudillismos.
 
Me gustaría empezar por el principio, no el principio primordial, me basta con el principio del fin, es decir, por el aciago día, por decirlo de alguna manera, en que los hombres rompieron el compromiso que habían acordado con las mujeres, es decir, con la especie, se desvincularon del contrato sexual y quisieron suplantarlas.
 
El patriarcado entero es un ejercicio de suplantación e intrusismo, tanto en lo que tiene de activo y agresor como en lo que tiene de reactivo, resistente y solidario. El patriarcado quiere llevar a cabo grandes tareas que saquen a los varones de su irrelevancia esencial sentida, y los lleve, como por arte de magia, a la trascendencia.
Y esa tarea es de las que consumen muchas energías. El homo sapiens padece dolorosamente la consciencia absoluta de su futilidad, o para ser más exactas, de su discreta participación en la creación de la especie.
A diferencia del resto de otros machos mamíferos, el varón no se conforma con ser el primero de entre ellos, además, necesita "ser" antes que la hembra, solo que la biología nada más le permite "estar" antes que ella, nunca ser.
 
El deseo de trascendencia del varón empezó por mentirnos a toda la sociedad, no importa en qué período histórico nos encontráramos, ya que, de todas formas, la historia entendida como la etapa desde el principio de la escritura, no es muy larga. El deseo trascendente inventó conceptos, prioridades y capacidades, y las impuso con poca elegancia o moralidad, pero de forma muy contundente.
Al hacerlo, nos metió a todos y todas en un verdadero callejón sin salida en el que llevamos inmersos algunos milenios.
 
Ese deseo de trascendencia pidió como primera medida la desaparición del testigo de su incompletitud, la inmanencia femenina. Había que hacer desaparecer a las mujeres y su molesta inmanencia para que sus trascendencias parecieran algo. Al no poder arrebatar a las mujeres la capacidad de reproducir la vida, optaron por esconderlas, hacerlas desaparecer, oscurecerlas, arrebatarles sus capacidades apartándolas de los estudios, de las reuniones, de las posesiones, de los espacios públicos.. los varones, como sexo, se vieron dueños de todo.
 
Así, las cualidades de colaboración, de ayuda y de igualdad que caracteriza a las mujeres como prolongación de la biología femenina, fueron sustituidas por las de competitividad, polarización y jerarquía que prolongan la masculina, y convertidas en los valores del nuevo régimen. Es decir, a los valores hembra se impusieron los valores macho, pero no había ninguna posibilidad de erradicar los primeros, no sólo porque los nuevos se construyeron sobre los viejos, sino porque todo hombre nace de mujer.
La madre es el primer y gran amor de la vida de todo humano, mujer o varón, y ese sentimiento queda tan indeleblemente inscrito en el cerebro emocional, que la fuerza que quiera oponérsele ha de ser formidable y constante, y eficaz sólamente mientras se está ejerciendo, ya que bastará que ceda en un sólo instante para que todo el sentimiento inscrito por la madre en cada persona tome su forma de nuevo.
 
La guerra declarada por el patriarcado a las mujeres no se parece a la guerra entre varones. Al hacernos daño a las mujeres se da otra vuelta de tuerca a la infelicidad de todos, también de ellos, incluso sin ser conscientes de ello.
 
Igual de inconscientes que cuando aquellos miembros poco afortunados del patriarcado, los pertenecientes a las categorías bajas, los más maltratados de ellos, pretenden el cambio, la revolución, todo el ideario que se les ocurre  es el que llevan inscritos en sus cerebros porque sus madres los plantaron allí, la justicia, la igualdad, la fraternidad, la solidaridad, la creatividad, los cuidados y el amor.
 
¿Qué parte del grito de la revolución francesa de "libertad, igualdad y fraternidad" es ajena al ser femenino, a la biología y culturas femeninas?
 
De la biología devienen características culturales que se nutren de ella y a la que a la vez alimentan. La mujer, la madre, se caracteriza por actuar y querer a todos sus hijos por igual, lo que viene a ser la justicia, la equidad tan anhelada por todo revolucionario que se precie.
Lo mismo la fraternidad, que es la igualdad que la madre impone entre hermanos;
y la libertad, la auténtica libertad, es la que enseña la madre a sus crías al dejarlas volar después de haberlas gestado, alimentado y enseñado. Las ideas revolucionarias, por tanto, son ideas puramente maternales, femeninas, pero sostenidas tercamente por varones que al mismo tiempo destierran a las mujeres de los encuentros sociales de decisión, boicoteándose a sí mismos sin saberlo.
 
Si la componente maternal es la inspiración de las revoluciones no lo es menos en cuanto a las religiones.
¿Qué ofrecen las religiones sino un pálido reflejo de todas aquellas características femeninas que las mujeres traemos de fábrica?
No por otra cosa somos las grandes enemigas de las religiones patriarcales, no por otra cosa han intentado toda barbaridad sobre nosotras.
Ninguna agresión ha sido nunca demasiada para ejercerla sobre las mujeres por parte de los sacerdotes. Ellos han imitado en todo a las mujeres predicando amor con voces melifluas, perdón, caridad, pacifismo.. hasta con faldas se han vestido en su afán de imitarnos. 
 
Después de las suplantacions espirituales y culturales de las mujeres, a manos de las religiones y las revoluciones, creaciones patriarcales ambas, nos llega la suplantación física y biológica del Ser femenino, la obra de ficción con espectaculares efectos especiales, la demolición definitiva de los humanos como especie, la última producción de Patriarcado Films, el Transhumanismo.
 
Por destruirnos, el patriarcado está dispuesto a destruir también a los varones.
Pero no lo saben.

viernes, 27 de mayo de 2022

javier cercas es muy malo..

 ..como escritor, quiero decir.

estoy a punto de hacer referencia  lo que decía pasolini del fondo y la forma, que son coincidentes, decía.

y sí, no se puede escribir o filmar o pintar algo revolucionario con un estilo conservador, ni al revés.

de Cercas yo diría, no se puede escribir tan mal si no se tiene mucho que ocultar.

esta cuarta novela suya que acabo de terminar confirma lo que en las anteriores quedaba más o menos disimulado: que es un escritor muy malo.

¿qué tapaba en parte esa verdad ahora revelada?

pues, contrariamente a lo que yo hubiera pensado, al abordar torticeramente los temas supuestamente delicados de las 3 anteriores, distrae a la lectora con efectos especiales que no le dejen posar reflexivamente los ojos en lo que está leyendo. Como diría mi madre, no te deja estar en lo que estás.

es un poco como esa gente tan fea, hombres o mujeres, que hábilmente añaden a sus rasgos claramente feos, aditivos esperpénticos, de tal forma que una piensa que la fealdad se debe a los últimos y no a los primeros.

reseteo.

lo primero que leí de cercas fue su soldados de salamina, novela cuya mala intención se descubre enseguida. no así su mala composición, como acabo de explicar. 

después piqué con Anatomía de un instante, a la que atribuí una necesidad puramente crematística, ni descubre nada, ni insinúa nada, ni denuncia nada... o sea, nada.

ahora bien, con su monarca de las sombras, el extremeño escritor resentido se quita lo gordo:

su familia fue de falangistas, su idolatrado tío lo fue con ganas, y cercas ya se ha cansado de pedir disculpas al respecto, sobre todo viviendo en cataluña, ese país que nunca lo va a acoger como propio porque nota en él un renuedo, una desconfianza paleta, un regaño soterrado y una soberbia acomplejada.

y por fin, nuestro heróico escritor nos ofrece una novela negra.

esto sí que es tirarse a la bartola, despojarse de complejos, hablar a calzón quitado. Él quiere ganar dinero, el largo camino de disimulo y sufrimientos conflictuales cristaliza en pasta larga.

me han dicho que esta novela, Terra alta, le ha proporcionado el premio planeta. Si es así, se ha salido con la suya, porque está dotado con un dineral, pero hay que decir con claridad que es una de las peores novelas que ha leído servidora.

es tópica, no adolece de contagio literario de ninguna manera, es narración roma, y burda hasta lo sonrojante, es basura libresca.

y me pongo así de borde porque alguien tiene que decirlo, y como no me lee nadie, tengo pocas o ninguna posibilidades de que me demande.

y queda dicho, Que mal escritor es el jodío.

lunes, 14 de marzo de 2022

el hombre desvinculado no es mas que un macho depredador y desgraciado

Empiezo al por mayor,
 
 Las 4 diferencias entre cerebro masculino y femenino
(diferencias entre los cerebros masculino y femenino) *
HAY QUE ABOLIR EL GÉNERO QUE EL PATRIARCADO DECIDIÓ PARA NOSOTRAS. NO EL NUESTRO ORIGINAL.

 Y ahora, al detalle.
 
El género, llamémosle natural, no nos oprime necesariamente, es decir nos oprime tanto como la biología, de la cual dimana.
El género y el sexo se han retroalimentado siempre, del uno deviene el otro y viceversa. ¿Recordáis que La función crea al órgano?, pues así, tal cual.

La naturaleza sí que "no juega a los dados"**. La naturaleza apoya aquellas características más apropiadas de cada organismo para una única función esencial, la reproductiva. Su objetivo es mantenernos vivos hasta que seamos capaces de reproducirnos y perpetuar así la especie.
Por lo tanto, sin pizca de atención a cualquier otra cuestión, favorece aquellas actividades y rasgos que facilitan la reproducción.

Así terminan por aparecer individuos complementarios, distintos por lo tanto, ya que se complementan.
No hay rangos en esa relación, ninguno de los dos es superior al otro, las jerarquías serían cuestiones humanas, no biológicas.

 Y se llega a la mujer y al hombre.

A la biología que se "especializó" en los cuidados y la maternidad, junto al organismo al completo que colabora en eso, la hemos llamado femenina.
 
Por esa razón las mujeres, o hembras humanas, producimos hormonas, reacciones químicas, físicas, eléctricas... que nos colocan física y psicológicamente en un estado propicio para esa maternidad, y eso es algo que no podemos controlar con la mera voluntad.
Podemos, eso sí, negarnos a ejecutar aquello que se produce en nuestro organismo, pero se produce de todas formas.
 
Toda una biología preparada para albergar un cuerpo nuevo y en parte extraño, por fuerza configura un organismo abierto a lo nuevo, tolerante con lo distinto, conciliador de lo diferente y desde luego amable y compasivo. Estoy mencionando características biológicas, es decir físicas y químicas, no estoy hablando de psicología.
 
La psicología, por cierto, también arranca de la biología, igual que cualquier otra característca que los seres humanos presentemos.

Cosa aparte es lo que los hombres, a partir de determinado momento de la historia (de ninguna forma antes del período histórico), hicieron con nosotras y consigo mismos, que fue someternos violentamente a su servicio y voluntad.
Por determinadas razones que aún se discuten, los varones se desvincularon de las mujeres. En un revés ideológico demencial, los hombres consideraron más apreciable su propia libertad como sexo, que el arraigo a la especie. Porque quede claro que el desarraigo de las mujeres supone la invitable soledad de ellos, ya que despreciadas las hembras como sus iguales, y descartados el resto de los varones por razones obvias de competitividad, queda el hombre solo.
 
Y el hombre solo no es más que un macho depredador y desgraciado.
muy peligroso, por lo tanto.

A las mujeres no nos sometieron jamás nuestros partos ni nuestra lactancia, ni nuestra disposición para el consenso y la colaboración, sino los hombres aprovechándose de su mayor tamaño, fuerza y ganas de utilizar la violencia, su testosterona y su concepto jerárquico de las relaciones.

Lejos de eso, durante cientos de miles de años, las características maternales de las mujeres fueron un elemento de respeto y prestigio dentro de la especie, ya que se veneraba de alguna manera esa capacidad en favor del grupo, las características que hicieron posible la supervivencia de la especie.

Es con el cambio de régimen y la llegada del que llamamos patriarcado cuando algunos hombres (más tarde se apuntarían todos los demás) relacionaron al sexo femenino, menos agresivo y belicoso que el suyo, con la sumisión.
 
Sin ínfulas de ningún tipo, se infiere de la naturaleza femenina el sentido de sí misma, al contener el futuro en sí propio, la inmanencia a prueba de narcisismos. No ocurre lo mismo con los varones. Ellos carecen de esa inmanencia y por eso se inventan la trascendencia, que no es más que las ínfulas, aquí sí, de cambio, de transformación de no se sabe qué ni para qué.
 
El extraño mamífero macho que es el ser humano se sacrificará a sí mismo, y con él a toda la especie,
porque considera demasiado poca cosa ser varón,
a pesar de sus pretendidas demostraciones de superioridad, y no parece que la abnegada responsabilidad social de las mujeres pueda evitarlo.
 
estamos a un semitono. 

*https://medicoplus.com/neurologia/diferencias-cerebro-masculino-femenino
** nos referimos a la frase de Einstein (1926) de que dios no juega a los dados con el  universo, queriendo decir que en la naturaleza no hay nada caprichoso.