de toda la vida, han sido los empollones los que tenían que irse escondiendo porque estaban mal vistos. incluso los profesores más jóvenes y joviales miraban a estos gafotas con desprecio y a los rebeldes y tramposos con simpatía. y la cosa ha traído cola.
no sé qué tipo de simpatía puede despertar a día de hoy una persona más o menos joven o adolescente que deja pasar su vida haciéndosela imposible a sus compañeros y profesores, con la única intención de que pierdan el tiempo tanto como ellos lo pierden.
un mal estudiante es una persona que ha empezado con alguna dificultad, porque, no nos engañemos, todo niño que puede agradar a los mayores, lo hace. pero el que no pudiendo ser competente en lo que sus mayores le piden, decide ser molestamente incompetente, es un fracasado que quiere obtener algún rédito de su incapacidad.
no pasa nada por ser incompetente en las tareas ordenadas por los mayores. no pasa nada si esa rebeldía se hace creativa. no sólo no pasa nada sino que es enormemente de agradecer que la gente se salte el orden establecido y busque caminos más justos, más libres o más divertidos.
pero alguna cualidad han de tener. de hecho, la mayor parte de la población estudiantil es incompetente en el sentido a que aludía arriba. la mayor parte de nosotros no hemos sido empollones, pero la mayor parte de nosotros tampoco hemos sido de los que suspendían contumazmente.
como estaba mal visto, antes, tanto ser empollón como suspender una vez tras otra, la mayoría de nosotros nos las arreglábamos para aprobar y además, ser rebeldes. es decir, aprobar y dedicarnos a lo que fuera nuestro interés oficioso. como jugar al balón, leer, ligar o coleccionar gusanos. todas ellas actividades, como puede verse, creativas.
el problema viene dándose ahora. porque ahora, lo de suspender es opcional. uno suspende, otro también, el tercero idem y así hasta el décimo que sí aprueba. todos ellos se llevan el móvil de recompensa, lo que hace difícil que alguien decida ser tan listo como para aprobar (interés oficial) y escaparse con un chico, pongamos.
ahora no hace falta, ahora no tiene prestigio el esfuerzo. ahora se premia la vagancia, la indolencia y la estulticia. y, por lo tanto, salen del colegio promociones enteras de vagos, estultos e indolentes.
y yo me pregunto, ¿por qué pasa esto ahora?
por interés del poder. del poder fáctico que en españa ha sido también poder político.
¿que exigíamos democracia? ahí tenéis un sucedáneo que está convenciendo mucho: el haced lo que os dé la gana con vuestra tristes vidas, mientras no seáis un desafío para el poder.
¿y puede alguien sin práctica de esforzarse ni una pizca desde niño, ser un problema para el poder?
no.
¿qué daño le pueden hacer los antes niños vagos, estultos e indolentes? poco. nada.
desperdiciarán sus vidas, harán daño a los que tengan cerca, envidiarán a los que encuentren más preparados que ellos para salir adelante con la existencia, serán dóciles con el poder, impotentes ante los argumentos ajenos, déspotas con los que estén situados a su merced... débiles ante los poderosos e inmisericordes con los débiles.
además se convertirán en una rémora para cualquier proyecto de cambio porque sentirán que no ha partido de ellos, porque nada ha partido de ellos, y que otros parecidos a ellos organizan, lideran y crean.
el desprecio por la educación que hay en españa, proyectado por el poder y acatado por los ciudadanos bien y largamente disciplinados por una dictadura tras otra, es la primera señal de alarma de ausencia de democracia.
porque para ejercer una democracia no se puede ser un inculto ni un cazurro, se ha de ser una persona pensante y responsable.
porque no puede elegir una persona que no conoce mas que una opción.
y otra cosa, nada.
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