no sé qué pasa pero tenemos unas ganas tremendas de hacer elegías a todo el que se muere estos días.
bueno, sí sé lo que pasa. que los medios de comunicación nos llevan del ronzal y le dicen a la gente lo que tiene o no que pensar, sentir y decir.
sé que es cínico por mi parte pero cuando hace un par de días me enteré de la muerte de gabriel garcía márquez, lo primero que pensé fue que a los periodistas que se han quedado sin vacaciones y defienden como pueden las horas de sus programas, mientras las heroicas ciudades del interior duermen la siesta, les había tocado la lotería.
y también pensé que a nosotros, directamente el gordo. ufff, qué horror, cuando aún humean las cenizas del eximio ex presidente suárez, otra vaca sagrada se moría. vaya por dios.
no conozco a garcía márquez como periodista pero parece que lo fue, que escribió columnas en periódicos de centro y suramérica, y por lo tanto no tengo nada que decir de ello. pero como escritor, garcía márquez estaba más olvidado que carracuca. hace decenios que no pintaba nada en la panorámica de la literatura.
peor aún, mucha gente había renegado de él y de su más conocida obra, cien años de soledad, igual que mucho antes habían renegado los progres de bergman. sic transit mundus.
pero todos aquellos renegados de gabriel garcía márquez son ahorita auténticos fanáticos de gabo. sí, sí, gabo. aunque no haga mucho que nos hemos enterado de que lo llamaban así sus íntimos, con una desvergüenza manifiesta los voceros del sistema andan a vueltas que si gabo por aquí que si gabo por allá.
yo leí esa novela en 1972 y no al primer intento. dejé pasar unos días y lo intenté de nuevo, y esa vez sí funcionó conmigo la poesía de macondo, del coronel, de remedios la bella, de las frases primorosas que encadenaba de manera encantadora para no dejarte sosiego en tanto no acabaran, igual que hizo sherezade con el déspota dueño de su vida y de su muerte.
actualmente, para los jóvenes debe de ser difícil imaginar cómo cayó el libro de los 100 años en europa. un escritor nos contaba la vida de la américa hispana a su manera, con el orgullo de su idiosincrasia, con un rictus de orgullo y silencio, tan distinto del nuestro.
con su propia manera de gozar y sufrir, sin referencias aproximadoras.
no he leído más de seis o siete novelas de garcía márquez. unas me han gustado y otras no. y no pretendo tener razón. sólo el amor en los tiempos del cólera me parece tan buena como cien años de soledad, pero tengo que seguir con ellas porque seguro que me tienen reservados otros momentos de emoción.
un amigo me habló hace poco de que juan marsé, mi adorado y perdonado juan marsé, hablaba con ninguna admiración de la que llamaba prosa de sonajero. quiere decir, supongo, la prosa que suena y hace ruido todo el rato.
parece ser que, sin nombrarlo, se refería sobre todo al reconocido representante del llamado realismo mágico, garcía márquez. lo entiendo, hasta si me apuran, lo comparto porque marsé expresa tanto dolor en sus historias que por fuerza debe sentirse irritado ante la gran alegría de vivir que exhala el colombiano por los cuatro costados.
y no es necesario elegir. como dijo el torero, tiene que haber gente pa tó.
recomiendo la lectura de su discurso al recibir el nobel